Don Zózimo Zorrilla Bendezú, con su prosa barroca nos deja el recuerdo de:
«Don Viterbo Robles, mentor expresivo, permanentemen te con la avidez de mil recuerdos.
«Don Aniceto Mendiolaza, peluquero de emotivo valor, pulcro, castizo de mandil blanco; me recortó el cabello para · un desfile de un 28 de julio. El tic tac de su longines viejo tácitamente avanzaba, marcando las horas para una parada militar y su navaja de peluquero ágil y activo replicaba sobre mis ojos como un clarín, pugna de bayonetas.
«Don Víctor Delgado, (Tocco), agricultor de cuna confun dido entre el tropel de su ganadería; cuales capullos de su jardín primaveral era la fragancia fecunda de su óptica cosecha.
«Don Abraham Delgado, genio con potestad de su estirpe española, bajaba de su galpón señorial, al »Ají Seco», esbelto musculoso de fiera mirada para una pelea de pico y navaja que se cruzaban relucientes como los aires, como las espadas del soldado guerrero buscando triunfo de pico y alas. Alegría de quienes apostaron en este deporte bravo y febril de aquellos lujosos tiempos de regalía y bonanza.
«Don Jesús Basto, profesor de la solemne matemática, cimentaba cualidades de lecciones humanas preparando a profesionales de carrera. Hablo y escribo su nombre con respeto y cariño inolvidable.
«Don Amadeo Girón (el machote), educador por excelencia en la línea de la gramática latina con alma de comunero, iba renovando desde la música a la métrica de asequibles y dulces verbos.
«Don Ezequiel Matos, engrapado en el archivo de mis caros recuerdos. Austero educador, vertical en las horas modo sas del discípulo con la nota sentimental de su brillante alma, organizado y psicológico.»Don Ruperto Miranda, político de Alianza Revolucionaria Americana. Clan jerárquico de su terapéutica comunidad, su indómito coraje fue apresado por don Osear R. Benavides, por entonces Presidente del Perú. Llegó a ingresar a los toscos barrotes del Real Felipe. El Panóptico, el Frontón en la línea de Jos 34.
«Don Santos Torres, comerciante de la máxima filigrana, afma limpia y pura. Dictada dignidad, honestidad a sus clientes, cantaba poemas en los claustros de la soberanía.
«Señorita Prudencia Robles, saludaba a la nueva maña na con aires magisteriales, de dulce valor. Ordenaba a sus alumnos bajo la sombra del añoso floripondio. Escuelita 541 discreto, honorable, histórico, tradicional en la madre provin cia de Lircay.
«Horno chamicero con atisbo colonial, zaguán sevillano de bisagras viejas desgonzadas. Tu cerrojo sobre la puerta carcomida por la centuria de los años está puesto como una mano muerta.
«Mamá Silvia, tú siempre estabas presente en los labios generosos de todas las madres preparando bizcochos y toletes de calidad «benjamina»; las rosquitas de maíz, las butifarras, el pan de yema dormidas sobre lienzo blanco y tieso, ¿Dónde estás?.
«Don Agustín Ariste, amorosamente «el mono». Carpintero, ebanista del buen humor, serruchando tablas, cuartones en su semental escuela de trabajo para hacer de ellas cortes para guardar mil recuerdos que se destilan en las ruedas de la vida.
«Don Jacinto Monge, en la fragancia húmeda y preñada de la tierra había nacido cariñosamente el «Chipi». Mecánico, cirujano, bailarín, cómico, bufón de los jugosos tiempos del siglo, cuyo nombre sigue rebosando ágil y retozón en los corazones eufóricos de los hombres que aman su tierra que dio vida y amor.
«Don Nemesio Quijada Rubianes, célebre apoticario con dimensión humana y facultativa medicina a los ricos, los pobres, los blancos, los cholos, los mestizos sin reparar color, posesión, tiempo ni afán. Con cierto asombro miraba las vitrinas donde los remedios desodorándose de formol y su balanza de precisión de finos platillos columpiaban con mili gramos de polvos de bismuto, boro, alcalinos, ‘bitúrficos’ (¿?), ‘sudatorios’, ‘emplastos’, ‘dormitivos’, laxantes para remediar al buen nacional.
«Don Conrado Vidalón, artista de la delicada rienda, cual épico centauro sobre el lomo de su brioso «Cebrón» bordaba la tierra adecuando huellas de arabescos valores, áureos, tintineantes ruidos de cascabel que perfilaban las codicias del hombre más sencillo de la comarca. Don Conrado entregaba a sus hijos y discípulos lecciones de prosapia en los impetuosos momentos de su maestría, raíz biológica de su caballera vibrante, criollo, serrano y lirqueño.
«Señora Hortensia Uribe (Mama Oti), varona con capacidad mental, espiritual, esposa y compañera de Don Conrado, cabalgando con los mismos estilos de prosapia y frenética arrogancia. En la moldeada y terrenal finca «La Libertad» Don Conrado fue dueño de un precioso potro color cebra «Cebrón» de unos cuatro años de edad. Pifiaba con conquistadores relinchos a una potranca color zaino, esta relucía su modelada ancha y redonda grupa, cabeza activa, piel aterciopelada, estirpe de elegancia; más aún sus cua tro albos parecían escarpines de una azafata de la soberana comarca. «Cebrón» era traído por la umbrosa de sus cascos negros y corría hacia la zaina yegua para brindar su brioso amor y proporcionar a mordiscones sus be/fi tos besos. Esta no estaba en condiciones de aceptar las declaraciones de «Cebrón» y largó un rápido sacudimiento de coz a la cabeza del infeliz enamorado cayendo muerto en el acto. Enterado Don Conrado de este fatal suceso echó lágrimas de pena por «Cebrón» que tanto cariño y estimación había merecido. Lloro Arístides, Saúl, Amador, Roger y la familia en su conjunto. Así terminó «Cebrón». Cuyos restos quedaron para el festín de gallinazos y zorros del vecino lugar, en 1948.
«La historia no puede olvidar a Don Mauro Vidalón, propietario de un antiguo y rumbero molino de piedras en el lugar denominado Sú llac. Don Mauro iba caminando cada mañana para ver y sacar cuentas de trigo triturado en harina. Con su prudencial disciplina, con cálidos ojos de amor, su sombrero, blusa de lino color negro enrocaba a su fina estampa. Trato sintético, flexible, cristalino y católico practicante con fe a Dios; era memoria y gesto de un caballero nato y neto de su Lircay antiguo, huancavelicano , peruano de mucha honra.
«Don Jesús Ruiz Rivera, con cabellera de pura nieve, pupilo del gran maestro Ramiro Prialé, de harto leer, sencillo y benevolente, compañero de los grandes ideales revolucionarios, hombre muy comprometido con su pueblo, buscador del bienestar común, luchador incansable de la justicia social; de ti con gratitud eterna recordamos tus sabias enseñanzas.
«Señorita Zoraida Manrique Del Castillo ferviente devota de la Virgen del Carmen’ damita ejemplar, de modales finos y de att alcurnia, educadora de muchas generacio nes, tu vida diste por el engrandecimiento de nuestro pueblo, con tu ejemplo, hoy seguimos adelante practicando la honradez, el trabajo y la perseverancia .
«Don Santos Miranda y Doña Raquel Vidalón habían contratado como relacionador para su surtido mercantil a don «Florentino Vidalón». Este personaje bastante pequeño,pulcro, culto, de cuello y corbata, aceptó el contrato con la condición de descansar dos días por semana,lunes y martes para visitara sus familiares que vivían en algunos distritos de la provincia . Los pavorosos camino serán difíciles de escollar para Florentino por el débil estado de sus pies. Florentino hombre fino musicalizaba entre cuerdas de una cavernosa arpa y los espirituales violines que juntaban sus sentimientos de pasión a Áurea a quien quiso empeñar su corazón de por vida con sus mágicos cantos.Áurea (Manuela)era una damita que llevaba veinte excelentes primaveras y su hermosura demostraba aires de mucha campanilla, imprimiendo buena educación comportamiento gentil y riqueza que sus dulces labios premiaban como un tampón rojo y ardoroso de capulí. La suerte para Florentino fue adversa.Años vienen,años pasan . Una noche la enigmática lechuza derramó sus goteros de aceite negro en el techo y casa de Florentino y las campanas del pueblo repicaron tristemente con sus lenguas de hierro que «Florentino el trovador»había muerto en la peor pobreza y abandono».(edit)
