César Cayllagua cuenta sobre los orígenes de los apodos que corresponden a los vecinos de los diferentes barrios de la ciudad capital. Es así que a los de San Cristóbal se les conoce como «Mocco», porque, según los abuelos, a este barrio le pusieron el apelativo de «San Cristóbal Mocco», que significa en quechua, rodilla o elevación de promontorio de roca. La razón es que antes de la construcción de la carretera o calle que une el centro con el barrio, es decir, desde el puente hasta la curva de tres esquinas, por el centro pasaba un camino que atravesaba por un montículo de rocas calcáreas que en quechua se denominan «mocco».
A los de Ascensión se les llama «Huecca», porque, cuentan los ancestros, las señoras de este barrio solían hilar lana de oveja para fabricar frazadas, por ende, el hilado era grueso, no muy torcido; a ello en quechua se le llama «huecca huecca». Otra versión dice que había borrachitos de este barrio que andaban con los pantalones caídos hasta debajo de la cintura y mostraban los glúteos. A estos se les dice «Huecca siqui», sin embargo esta versión no concuerda con el apelativo.
A los de Yananaco se les conoce como «Huishi Botón Cutiche». Este apelativo se remonta a épocas ancestrales cuando en este barrio apenas vivían dos a tres personas que siempre andaban muy sucios. De allí el apelativo de Huishi, a lo que se añadía que en las discusiones que sostenían, solían pedir la devolución de lo regalado, de donde nace «Yananaco huishi botón cutiche».
Y a los de Santa Ana se les conoce como «Chuccho Ccala Capitán». Las corridas de toros en épocas anteriores se llevaban a cabo en cada plaza de barrio; cada mayordomo escogía de 2 a 4 capitanes, quienes tres días antes de la corrida plantaban 4 palos forrados y en la punta de cada palo colocaban banderines con los colores peruanos; luego recolectaban al compás de la tinya y pincullo, sogas y palos, recorriendo de casa en casa hasta juntar el material requerido para cerrar la plaza y construir el toril. En la víspera de la corrida, estos capitanes solían velar al toro con una ceremonia especial, entre cánticos y bailes, pasaban toda la noche desafiando el frío con el afamado «cañazo» o el no menos famoso «calientito». Resulta que en una oportunidad se les agotó el licor antes de la medianoche y tuvieron que amanecerse tiritando de frío. No faltó gente que fue a ver a los toros y observó a los capitanes en tan decrépito estado que se animaron a proporcionarles el trago que faltaba. Desde allí la anécdota del apelativo de Santa Ana: «Chuccho Ccala Capitán».
Sin embargo existe desde la época de la colonia un apelativo que conserva la tradición y que hasta nuestros días se repite con orgullo huancavelicano: «Huancavelicano cosa delicada, tojaynimpas iscayreal valen». Que traducido significa; hasta su escupitajo vale dos reales.
Extracto del libro Historia de Huancavelica Tomo II, autor Federico Salas Guevara.

Fotografía: Colección privada FSG
BIEN GRACIAS SR. FEDERICO POR SU GRAN APORTE DE SIGNIFICADO DE APODOS DE CADA BARRIOS DE LA TIERRA DEL MERCURIO.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Saludos.
Me gustaMe gusta