Un personaje recto y disciplinado que a la vez supo ganarse el aprecio de las diferentes promociones del colegio Ramón Castilla Marquesado. Controlaba el ingreso de los alumnos quienes habían recibido sus instrucciones de presentarse bien uniformados, apartando a aquellos que incumplían órdenes, fueran ellos, primer alumno, policía escolar o brigadier. Sin distingo eran “castigados” con ejercicios, ranas, patito, subir y bajar gradas llegando hasta el arco en caso de llegar tarde.
Sabía suplir la falta de un profesor, ingresaba a las aulas. solicitaba los cuadernos que al revisarlos, si le faltaba alguna tarea, era echado por la ventana, llueva o no.
Una persona que sabía poner orden a pesar de las bromas que algunos alumnos le gastaban, como esconderle su correa de cuero grueso.
Hago esta nota en colaboración de una de sus alumnas, la profesora Vilma Romero, quien ha conseguido también la foto correspondiente. Siento por este colegio un gran aprecio de mi parte por haber acogido en algún momento a uno de mis hijos y porque, cuando salió la Cabalgata a Lima, gran parte de su plana de profesores y alumnos nos dieron una gran despedida a nuestro paso por Santa Ana y muchos de ellos nos acompañaron toda la subida hasta Sachapite.

Publicado por: Federico Salas Guevara.