1575 Tradición religiosa – Virgen Forastera

LA VIRGEN FORASTERA

El altar de mayor importancia de la Iglesia de Santa Ana, es el de la Virgen del Rosario, conocido también como el de La Virgen Forastera. Existe sobre ella una tradición escrita por la señorita huancavelicana Carmela Arana, la que presento en síntesis:
El 29 de Mayo de 1575, a unos años de la fundación del Pueblo Rico de Oropesa, notábase gran animación debido a la aparición de una efigie de la Virgen del Rosario, en el solar vecino a la Iglesia de santa Ana. Una multitud de fieles se disputaba el privilegio de llevar en hombros a la aparecida virgen, siendo obligado asistente, junto a lo más selecto de la población, el gobernador del corregimiento, don Francisco de Angulo.
Diversas y contradictorias son las historias que se refieren a la Sagrada Efigie y el de su apodo, siendo la más popular la leyenda que contó una beata de más aleluyas que misa de gloria:
A pocas leguas de Huancavelica existía un caserío indígena que tomó el nombre de “Palla” (Escogida; porque cierto príncipe gentil contrajo matrimonio con la hija del cacique de la aldea). Esta era una seductora muchacha de 20 primaveras a la que llamaban “Sumacchuayta” (Bella Flor). Por los tiempos descubrieron sus habitantes una valiosa mina de plata en un cerro de aquella comarca, gracias a cuyo descubrimiento, progresó notablemente el caserío.
La patrona era Nuestra Señora de la Virgen del Rosario, imagen que el príncipe mandó traer de Quito, razón por la cual la denominaron Forastera. “Como quiera que los fieles descuidaran las buenas costumbres, convirtiendo a la fiesta religiosa con el pasar del tiempo en inmundos bacanales y estando a que se preparaban a celebrarla en 1574, repentinamente hubo una explosión de tierra y agua en el cerro donde se encontraba la mina (Yamampalla), sepultando al villorio y la mayor parte de sus habitantes.
Un silencio absoluto y profundo reinaba en la asolada aldea, interrumpido por aterradores truenos. Los pastores y labradores que salvaron del cataclismo en su temor, dirigieron la mirada al cielo, maravillándose con el espectáculo dibujado en el firmamento, nubes negras cual crespones de riguroso duelo, cubrían las ruinas de Palla. Sobre estas, aparecieron nubes plomizas y más arriba, violetas, anaranjadas, rojas y blancas, mezclándose en movimiento circular. Así permanecieron hasta el mediodía, en que nubes blancas guiadas por resplandeciente estrella se dirigieron al sur, cuyos habitantes de las inmediaciones vieron descender en el Pueblo de Oropesa a la estrella guiadora con una hermosísima paloma de admirable blancura, era ella, “La Virgen Forastera”.
Extracto del libro “Historia de Huancavelica” Autor: Federico Salas Guevara

Fotografía: Luis Alberto Rozas
tomada en 1960

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