Dizque una pareja de piedras ascendían obedientes, desde WAYLLACHAYUQ PUKRU a SILLUNQASA, a aumentar la altura de esa misteriosa montaña; pues, según el TAYTA WAMANI, faltaba una nadita para que la montaña sea Lima QAWARINA, y, los utilizarían su solemne altura, los ganaderos para que divisen y ubiquen a sus animales extraviados.
Detrás de las piedras iba el TAYTA WAMANI, zurrándolas y zurrándolas con su látigo tronador, para que las piedras se sitien frente a frente en la cima de la montaña, antes que el padre sol se oculte.
La hembra, redondita. Dificultándose ascendía detrás de su macho, alargado. Ya estando victoriosos, en la mitad de la cuesta la hembra perdió el equilibrio y rodó. Retornó a su querencia, fragmentada en tres. Eclipsado el sol, ya no pudo reanudar su ascenso ni tomar unidad de la malísima fragmentación impar. El macho sin su pareja no pudo continuar, pues en el CHIRI URQUN, lloraría solo. Se quedó taciturno hasta ahora en la ladera, viendo y viendo a su pareja.
El TAYTA WAMANI, dejando su faena inconclusa, se escabulló por el pequeño hoyo, que está en el pectoral del pétreo macho. Los campesinos dicen. _ En la mala hora… Por ese huequito sale es espíritu de TAYTA WAMANI, cabalgando en una vizcacha de una oreja mochada.
Texto: Martín Gonzales Taipe





Fotografía: Martín Gonzales Taipe