La ortiga PUKASISA, con flores rojas que atraen a los picaflores y URUNQUYKUNA, con hojas verdes bravías y tallos también bravíos, crece lozana en las aldeas andinas, ornamentado las paredes de piedras de nuestras casitas, también abunda en las cuevas, en los pedregales y en las caras zoomórficas de los cerros. Para curarnos de afecciones pulmonares, bebemos en infusión; los sabios abuelitos hacen remojar en caña y beben en copitas de cacho de toro, su afamado «remojadito de PUKASISA». Las afecciones óseo-musculates se cura con ocho o dieciocho frotadas; los niños indisciplinados de inmediato se corrigen con la ardorosa PUKASISA.
En las fiestas tradicionales, los compadres y las comadres beben el UPITU, en el fruto ahuecado de WARANQU, envolviendo con las hojas lisurientas de PUKASISA. _ AKAKAWWW… QAQQQ…_ Diciendo degluten el trago. En el cambio de luto, los WARAYUQKUNA, soban las ropas de luto con PUKASISA, para ahuyentar el CHIKIQARA. En matrimonio andino, antes que ingresen los recién casados a la casita nupcial a dormir por primera vez juntos, los ANKA-padrinos ocultan en las frazadas y lanudos pellejos tendidos en el KAWITU el PUKASISA, los fogosos tortolitos al tocar la ortiga, gritan. _ AKACHALLAWWW… PUKASISACHALLAYKIQA RAWRAKULLASQAM…
Texto: Martín Gonzales Taipe

