Tinlin, tinlin, tinlin… suenan en los emblemáticos pechos de nuestros llamas cargueros, cuando procesionalmente ascienden por el tortuoso camino de Yakuwanay, cargando: maíces, trigos y tres calabazas y doce panes de trigo. Y, cuando llegan a la estrecha abra Antapata, se silencian varios sagrados minutos, para que con el soplar del viento, los reverencie las plantas de la puna, agachándose uno, dos y tres veces, en reconocimiento por el exitoso retorno de los arrieros y, cuando empezaron a descender por la otra cara de la montaña, ya casi cerquita al añorado villorrio, las campanillas se enloquecen emitiendo melodías graves y agudas; es que las llamas al divisar sus echaderos, ya empezaron a correr con sus pecheras de escudo peruano, con sus púrpuras jaquimas y multicolores cintas. Los llameros al ver sus casas expulsando el humo azulejo, felices empiezan a guapear. -Aqayllasss chayaramuninam musuq sara apakusqa… Taytay Apu Wamani, qanman anqusaykunaypaq… Aqayllasss…
Texto: Martín Gonzales
