De niño y de joven cabalgaba por las alturas de Huancavelica, sentía cierto temor al cruzar un rio por su caudal agresivo, los ojos se me irritaban cuando los rayos del sol rebotaban sobre la nieve, la vegetación era intensa y no permitía que las lluvias lavaran la tierra fértil de los cerros arrastrándola a los cauces y dejando las faldas de la naturaleza peladas. De adulto, seguí cabalgando por las alturas como autoridad política, los ríos parecían riachuelos, ya no estaban los glaciares de entonces y tampoco se me irritaban los ojos por la nieve que eventualmente caía. Los cerros habían perdido el Ichu y lejos de ser verdes paisajes con perdices volando por todos lados, eran cerros lavados mostrando tan solo una falda árida y triste. El sobre pastoreo de animales en la sierra, la tala de árboles en la selva y el humo de las chimeneas de los centros industriales habían logrado iniciar el proceso del Calentamiento Global.
Me preocupan mis nietas porque el agua va a escasear en pocos años y ellas van a padecer por la ignorancia o indiferencia de mi generación. El industrial quiere seguir vendiendo sus aerosoles para ganar un dinero que no se lo llevará cuando muera, el comprador de oro, no le interesa que el necesitado siga destruyendo los bosques para obtener un oro, que tampoco se lo llevará cuando muera, la Conferencia de las Partes (COP 20) promovida por las Naciones Unidas solo buscan más dinero para alimentar una burocracia internacional con el pretexto de luchar contra esta calamidad, dinero que tampoco se lo llevarán cuando mueran. La solución es más sencilla: Prohibir los humos tóxicos que producen CO2, no he dicho reducir, he dicho, PROHIBIR y acusar de crimen de lesa humanidad a los gobernantes que permitan estas fábricas en sus territorios, eliminar el sobrepastoreo en las montañas del mundo e impedir que el cemento reemplace a la vegetación. No más urbanizaciones en tierras fértiles. Usar a los ejércitos de los países con bosques para destruir todas las dragas existentes y sancionar ejemplarmente a los que comercialicen estas maquinarias sin destino de uso controlado. Multar y capturar a los compradores de oro proveniente de cauces de ríos, banqueros y ejecutivos de corbata. Y nosotros, como ciudadanos comunes, dejemos de comprar productos aerosoles, eliminemos en nuestras pistas a vehículos petroleros y gasolineros con más de diez años de antigüedad y no compremos terrenos agrícolas para construir nuestras casas. Si no estás dispuesto a proteger al planeta, no le mientas a tus hijos o a tus nietos diciéndoles que los amas, porque tú te vas a morir antes que ellos, y no te los llevarás contigo, les estas dejando por herencia, un infierno.
Publicado por: Federico Salas Guevara.
Fotografías: recopiladas de internet

