Al WARAYUQ Ananías ayer nomás se le agotaron una gruesa de cohetes. Ya no le queda ni uno para que ahuyente a las bolitas blancas que, en las subsiguientes tardes puede caer y matar a las sementeras; pero, el hábil Ananías se prestó el látigo tronador de su suegro, puso el reventador de lana de llama en la punta y, cuando se aproximaba el RUNTU YANACHALLANA LLIPIPIPIP… LLIPIPIPIP… salió airoso al morro donde yace la CHAKANA PAPA KAMAYUQ, desde el ladito de la gran cruz, hace reventar el látigo tronador, diciendo: – URQULLANTA QASALLANTA RUNTUUU… URQULLANTA QASALLANTA CHIKCHIII…- Hasta su LUYKUS ponchito lo cubrió su carita alegre,cuando giraba con fuerza en cada sacudida del látigo tronador. La granizada asustada viró y se fue a otros lares más calatos, donde no hay chacras.

Texto y fotografía: Martín Gonzales Taipe.