Anécdota de la Cabalgata de 1997
Terminabamos de comer una parrillada ofrecida por el alcalde Méscua de Acostambo, cerca a las cuevas donde el Inca acantonaba en el siglo XVI, cuando descendieron de un auto blanco dos personajes buscando al conductor de la Cabalgata. Al encontrarme, en gesto cortez e interesado, se identificaron como seguridad del estado, quienes soslayaron la información que al día siguiente, al ingresar a Huancayo, sufriríamos un atentado y que era mejor evitar desgracias.
– Mejor regresen y no sigan, dijeron.
Fue una amenaza que en reunión más tarde con los cabalgantes transmití y pregunte?
– Que hacemos?
-Vamos a Lima, Huancavelica QARI. Fue el grito que se escuchó.
Hombres de Acero, no se dejaron amilanar
Publicado por Federico Salas Guevara.
